La computadora Sinclair con sello argentino.
Hablamos con Hugo Mazer, gerente de Czerweny Electrónica durante la década del 80; la empresa llegó a fabricar en el país unos 4000 equipos por mes, basando el diseño en el modelo británico que dejó su marca en la historia de la informática
El inicio de la computación personal tuvo varios protagonistas destacados, desde los equipos de Apple, creados por Steve Jobs y Steve Wozniak hace cuatro décadas a la IBM PC 5150 presentada en 1981, en una apuesta del gigante IBM por este incipiente segmento.
Del otro lado del Atlántico, en el Reino Unido, otro de actores destacados de esta revolución fue Clive Sinclair, dueño de la compañía que lleva su apellido, célebre por su computadora personal: con un diseño compacto y un precio asequible, la computadora ZX Spectrum logró captar la atención del mercado entre los aficionados al incipiente mercado de las computadoras personales.
Tuvo su salida comercial en abril de 1982, y a pesar de las nulas relaciones diplomáticas entre Reino Unido y la Argentina debido a la guerra de las Malvinas, las computadoras de Sinclair lograron tener su presencia en el país de forma indirecta, con los modelos CZ 1000 y CZ 2000 de Czerweny Electrónica, una subsidiaria del fabricante de motores Czerweny, que apostó a desarrollar una computadora personal en la Argentina durante la década del 80 en su planta ubicada en Paraná, Entre Ríos.
Czerweny Electrónica formó parte de una serie de empresas nacionales y extranjeras que fabricaron computadoras personales en la Argentina en la década del 80, como Fate, DreanCommodore, Talent/Telemática y Texas Instruments, entre otras, y cuyos equipos formaron parte de una muestra realizada por el Museo de Informática de la Argentina en 2014.
Antes de la Spectrum, una calculadora
El camino hasta la ZX Spectrum argentina comenzó con el interés por las calculadoras electrónicas de Hugo Mazer y Oscar Crippa, dos empleados de la planta industrial de IBM Argentina. “A comienzos de la década del 70 comenzaron a fabricar las impresoras de matriz de punto 5486 en el país, y las regulaciones locales exigían un determinado contenido local que se alcanzaría nacionalizando un motor especial llamado “paso a paso” que cumplía una función central en la operación de estas impresoras.
Czerweny Hermanos, una compañía especializada en la producción de motores eléctricos y proveedor habitual de IBM Argentina, se encargó de esta tarea”, cuenta Mazer.
El trabajo cotidiano impulsó el vínculo de Crippa y Mazer con Czerweny. El fabricante de motores se mostró interesado en el proyecto de fabricar calculadoras electrónicas portátiles en la Argentina, y así fue como pasaron de trabajar en IBM Argentina a hacerlo en Czerweny Electrónica, una empresa subsidiaria que se estableció en Paraná, en la localidad cercana de Gálvez, que desde 1975 gozaba de beneficios de promoción de la industria.
“Sin embargo, en la mitad del desarrollo del producto, los problemas del contexto económico y político que derivaron en el Rodrigazo afectó la importación de los componentes del equipo. Si bien avanzamos con la fabricación, en 1976 decidimos cancelar la producción debido a la apertura indiscriminada de importaciones, una medida que impactó de lleno en el proyecto que nos habíamos propuesto”, dijo Mazer.
Una computadora con sello propio
Después de la experiencia fallida con la calculadora electrónica, Czerweny Electrónica se disolvió, y en la segunda etapa la compañía avanzó con la producción y comercialización de controles remotos para portones y componentes electrónicos para dispositivos hogareños.
Entre 1981 y 1982, el segmento de las computadoras hogareñas había comenzado su despliegue. En Estados Unidos debutó la IBM PC 5150, considerada como el equipo que marcó el inicio de la industria de las PC.
“Vivíamos un concepto nuevo de la computación, aunque todavía no teníamos del todo claro cuáles serían sus prestaciones. De los primeros equipos que conocimos nos llamó la atención la línea Sinclair, de origen británico, con un diseño que ya nos había cautivado en la primera calculadora que fabricamos”, cuenta Mazer.
Los contactos con Sinclair transcurrieron luego de un contexto geopolítico sensible para la Argentina y Reino Unido: no tenían relaciones diplomáticas debido a la Guerra de Malvinas. Sin embargo, la comunicación se mantuvo vigente y el proyecto avanzó con el representante comercial para América latina y África.
En aquellos años, la línea de computadoras Sinclair ya se vendía en Chile, mientras que el mercado brasileño estaba abastecido con los modelos del fabricante local TK.
Sin embargo, la edición local no podía llevar el nombre Sinclair, por decisión de la casa matriz. Los equipos en la Argentina pasaron a llamarse CZ, una marca registrada por Czerweny, y la primera tanda de equipos fue provista de forma completa por la firma Timex desde Lisboa, Portugal.
“Después de esta primera etapa, con la infraestructura que ya contábamos en el país por la provisión de componentes para IBM Argentina, volvimos a crear Czerweny Electrónica. Invertimos en la matricería y en los componentes necesarios para la CZ Spectrum. Reemplazamos cada parte importada por componentes de producción local, dentro de las posibilidades que nos ofrecía la tecnología disponible en el país.
A su vez, agregamos las modificaciones que el modelo original no tenía y que los usuarios argentinos exigían, como un conector para joystick, una salida para monitor y una tecla para reiniciar la computadora”, explica Mazer.
Durante 1984 y 1985, Czerweny Electrónica llegó a producir unos 4000 Spectrum por mes, en una línea de producción que también se encargaba de producir las plaquetas y partes que requería IBM Argentina.
Sin embargo, un cortocircuito en la fábrica de Paraná provocó un incendio que destruyó por completo las instalaciones en junio de 1986. Czerweny Electrónica intentó retomar la producción, pero el producto estuvo fuera de mercado por un tiempo prolongado.
Para entonces, además, el modelo de computadoras iniciadas por Sinclair ya enfrentaba una fuerte competencia de las PC, un modelo que terminó por imponerse como el estándar dentro de la industria, así como otros competidores (en particular, la línea Commodore).
Esto, a su vez, marcó el destino de la Spectrum argentina, que fue discontinuada. Sinclair siguió fabricando la Spectrum, con nuevos modelos, hasta el fin de la década del 90.